Tenemos que arreglar nuestra relación con Dios y con el prójimo.
Es necesario liberarse del odio, rencores, resentimientos, marcas del pasado, de ser necesario pedir perdón, perdonar para que cuando subamos al Altar nada impida que la bendición sea derramada.
Jesús nos enseña:
“Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” – Mateo 5:23-24
Para que el Espíritu Santo pueda entrar es necesario liberarse de todo odio y todo sentimiento perjudicial para que nada impida que sea aceptado su sacrificio y venga a ser aprobado por Dios.
Cuando subimos al Altar despojados de todo ego, orgullo, odio, despojados de todo resentimiento, de todo lo que no agrada a Dios.
Cuando hay una entrega completa la persona decide abandonar el pecado, los vicios, decide bautizarse, toma enserio su vida con Dios.
Derrámese al 100% y Dios verá para la entrega de su alma para que verdaderamente pueda tener un encuentro con Dios.
Existen muchos proyectos pero sin actitud quedarán inconclusos.
Analice su relación con Dios, e invierta en ella para que cuando su vida sea derramada en el Altar haya aprobación.
El resultado de lo que esperamos del Altar depende de nuestra entrega.
Cuando subamos al Altar nuestra vida será llena del Espíritu Santo y todo será diferente.
Mañana a las 9:00 de la noche acompáñenos en la transmisión de la Caminata de la Fe donde estaremos clamando en favor de todos aquellos que están en esta fe.
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