El sacrificio de Jesús comenzó en el Jardín del Getsemaní, y fue consumado en el Calvario.
“Entonces les dijo: Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quedaos aquí y velad conmigo.” Mateo 26:38
El Señor Jesús no tenía ningún problema, pero esa angustia fue causada por la presión, ya que su cuerpo estaba sintiendo todo lo que enfrentaría por delante (azotes, la corona de espinas, ser clavado en la cruz y morir).
“Y adelantándose un poco, cayó sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras.” Mateo 26:39
Dios no atendió a la petición de Jesús. El no de Dios también es una respuesta, ya que la voluntad del Padre era que Jesús diera su vida por nuestra salvación.
El sacrificio muestra el mayor propósito que el ser humano tiene.
Nadie sacrifica por algo pequeño, todas las veces que se sacrifica es por algo más grande.
El sacrificio de Jesús en la cruz fue por algo grande, por la salvación de la humanidad; es por eso que el precio a ser pagado era alto y el Padre tuvo que sacrificar a su propio hijo para alcanzar la salvación de todo el mundo.
Y con esto el propósito de Dios para salvar a todo el mundo se viene cumpliendo hasta los días de hoy. Este sacrificio no fue en vano, nos abrió camino para que todo aquel que está perdido en sus delitos y pecados encuentre la salvación.
Y para alcanzar la salvación nuestra vida tiene que estar en el Altar de Dios, en sacrificio vivo.
Jesús se derramó delante de Dios y así tenemos que hacer nosotros derramarnos en sacrificio vivo en el Altar.
La carne es débil, tiene sus inclinaciones para el mal, pero espiritualmente tenemos que tener disposición para escuchar y obedecer la Palabra de Dios.
Próximo Domingo buscaremos y nos llenaremos más de la presencia de Dios.
📌 En Comayagüela. 7ma calle entre la 4ta y 5ta avenida.
⏰ A las 7:00 am









