En el libro de Apocalipsis encontramos mensajes que están dirigidos a siete iglesias, estas conocían la Palabra, tenían conocimiento de la verdad pero, no sabían lo que Dios pensaba acerca de la condición espiritual de ellos.
Por eso razón espiritualmente hablando eran ciegos.
Y eso ha acontecido con muchos que hoy sirven a Dios, conocen las Sagradas Escrituras, pero no consiguen ver o entender lo que Dios ve en su relación, en su vida, en du condición espiritual, todo esto porque han dejado de ser un verdadero sacrificio para Dios.
Mateo 2:50-52
“Entonces Jesús, clamando otra vez a gran voz, exhaló el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló y las rocas se partieron…”
Jesús en el Getsemaní derramó su primera gota de sangre estando en agonía.
En el Calvario derramó su última gota de sangre a fin de salvarnos, y fue allí que entregó el espíritu y cuando consumó el sacrificio, el velo del templo se rasgó de arriba hacia abajo, es decir, la parte de Jesús fue hecha, la parte de Dios fue hecha y lo que está faltando es que nosotros hagamos nuestra parte.
Muchos siervos que antes eran muy usados por Dios cayeron en la trampa y permiten ser herramientas del mal allá afuera.
No cometa el error de descuidar su comunión con Dios, muchos han dejado de ser un sacrificio vivo en el Altar.
El mayor sacrificio es entregar la vida , es rasgar el corazón, es derramarse por completo delante de Dios, dejar de lado la propia voluntad, y que prevalezca la voluntad de Dios.
Cuando reconocemos nuestras fallas, pecados y errores y debemos volver a las primeras obras.
Quizás a sus ojos parezca que está bien espiritualmente, pero Dios ve su verdadera condición.
Piense: ¿dónde usted comenzó a perder el primer amor?
Dios hizo su parte rasgó el velo de arriba hacia abajo
Falta que usted haga la suya, rasgar de abajo hacia arriba el velo.
Cuando usted es prensado ¿qué produce?
reclamos, murmuraciones, su voluntad. (Marcos 12:29)
No deje de colocar fuerza en lo que realmente importa, no es el mucho hacer, lo más importante es cuidar de su vida espiritual.
Delante de Dios no tenemos un título o somo hijos o no lo somos.








